viernes, 31 de diciembre de 2010

Anti - Navidad -

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Todos los años sucede lo mismo, me percate de esta repetición casi alienante cuando fui preguntada que iba a llevar para año nuevo. Mi respuesta sin duda fue: ensalada rusa con ... y determinar que la ensalada rusa era lo primordial me envenenó de tal manera que caí en la reflexión del porque de la ensalada rusa, si no me gusta!.

Y al banal pensamiento (y quizás estúpido) de la ensalada rusa, se me sumo la antipatía de las fiestas, la hipocresía que algunas familias manejan, los olvidos y descuidos que otras hacen y sobre todo los pobres infelices que sufren por estar solos en las fiestas.

Ya sólo imaginarme la gente desesperada, corriendo el 23 por comprar cualquier cosa que se le cruce, esa desenfrenada corrida hacía el consumismo impuesto que lleva como líder a un gordo con cara de pelotudo y vestido de invierno, me exaspera. Una de las creaciones más idiotas para nuestro contexto cultural y sobre todo climático, lleva por cara a un gordito simpáticon que siempre me cayó mal. Sobre todo cuando a mi compañerita de curso papá noel no le regalaba nada de lo que había pedido, y digamos la verdad, ella era más buena que yo y estudiaba más y se portaba super bien. Por un tiempo pensé que el gordo sorete ese me estaba haciendo un chantaje para que me sintiera mal, una especie de proyección psicológica para que me porte mejor.

Pero, a pesar de todo no logró que me caiga bien y mucho menos que me porté mejor.

Ante la pregunta: ¿Es bueno contarle a los hijos ? De que no existe un gordo pelotudo que se viste en verano de invierno?, que se come todo lo que le dejas (incluyendo el vino), que deja lo que se le canta en el arbolito, que es una mentira construida por una sociedad consumista, que nos hace escribir cartas al reverendo pedo? que no tiene otro simbolo significativo más que el de traer regalos?

Para algunos es un momento mágico en donde ven reflejadas todas sus emociones en esas películas con tramas y guiones tan patéticos que aburren.

No, capaz no. No es bueno contarle, sino guiarlos para que vean el mundo con todas sus construcciones de un punto de vista más análitico y no tan radical.

Al fin y al cabo, todos alguna vez nos creímos que el gordo era real... y esa ilusión lo mucho o poco que duro fue genial.